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No me gusta la avalancha masiva de anuncios en los medios que se dan por esta época, pero la aguanto estoicamente. Lo que sí que me resulta intolerable son una serie de anuncios que resultan insultantes para la mujer o que realzan el materialismo como condición sine quan non para la felicidad.
No sé si habrán escuhcado el útlimo anuncio del cuponazo de la ONCE que ha elaborado para la radio. Trata de una mujer fea, gorda, a la que su familia ni sus amigos le hacen caso, que no tiene fuerza de voluntad y que no hace nada bien. De repente, un buen día le da la inspiración, compra el cuponazo y le toca. De repente liga como una tigresa, puede comer lo que quiera porque no engorda, todo el mundo se acuerda de ella y la tiene en cuenta... en definitiva, es feliz, cosa que antes no lograba por sí sola. Moraleja: o tienes pasta o eres un cero a la izquierda y, por mucho que te empeñes, lo seguirás siendo porque eso no depende de tus cualidades como persona. Si es que una persona tiene algo bueno a parte del dinero.
Es repugnante. Igual que el del Audi, que compara los valores más preciados de las personas con el coche que anuncia.
Por otro lado, continuan las campañas de juguetes en las que las niñas son las únicas que juegan a las muñecas, mientras que los niños juegan con conches, camiones y juegos de ingenio. A todo esto, las últimas muñecas que salen al mercado son cada vez más horteras y fomentan el modelo de chica extremadamente delgada, que necesita ir a la moda y entrar dentro de un cierto nivel económico para poder ser aceptada socialmente.
Y para qué hablar de los anuncios de mensajes a móviles. Ayer vi uno que te proponía mandar un mensaje si deseabas recibir un beso. ¿Qué pasa, que de repente al teléfono van a salirle labios y va a engancharte desprevenid@.
Podría seguir hablando horas y horas, pero creo que no vale la pena. Finalmente, todos acabaremos picando y, quien más quien menos, comprará algo estas navidades y, seguramente no lo necesite para nada.