El pavo de Bush
A Bush se le ha vuelto a ver el plumero. Lo suyo no son las fotos. Siempre le delatan: o bien lee libros infantiles al revés o mira a través de prismáticos con tapa poniendo cara de interesado o, como ahora, come pavos de plástico.
El presidente que se cree presidente del mundo, acudió a Irak para celebrar el Día de Acción de Gracias, que todos conocemos por las series norteamericanas (no hay una sola en que no haya un capítulo dedicado a tal festividad). Pero un pavo cualquiera no podía posar junto a una cara tan dura para ser fotografiado y dar la vuelta al mundo. Así que los asesores de imagen que rodean a Georgy decidieron substituirlo por uno artificial, igual que las uvas.
El hecho refleja muy bien cuál es la política de bush, enmascararlo todo para que quede bonito y no nos demos cuenta de que es una gran mentira. Seguro que aquel día hicieron la gracieta de regalar el pavo a un desgraciado iraquí muerto de hambre. A ver si pica y nos reímos todos un rato.
Pero, por suerte, cada vez hay menos gente que cae en la trampa del actual gobierno norteamericano. Debrían reflexionar y dejar de pensar en que son los amos del mundo. No es tan malo reconocer los errores y la guerra de Irak lo ha sido. Todavía se puede salvar algo, pero no parece que estén por la labor, ni ellos ni quienes les apoyan.
Las invasiones nunca fueron bien recibidas y el American Way of Live intenta inundar todo cuanto puede. Con ello, está enterrando vivas a numerosas culturas de pequeñas regiones y enconando aún más los odios de los más reacios a cambiar sus costumbres.
Cada territorio i comunidad es dueña de unos recursos y unos saberes y no podemos ir asaltando por ahí para hacernos con lo que nos convenga, llámese petróleo o como sea.
El respeto mutuo, la colaboración y el reparto igualitario harían de este mundo un mundo mucho más rico, tanto materialmente como en felicidad.
divendres, de desembre 05, 2003
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