Internet para todos
Ginebra acoge a partir de hoy la primera Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información. Organizada por la ONU y la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (IUT), su objetivo principal es reducir la fractura digital.
En la actualidad, no hay prácticamente ningún debate que no saque a la luz la sociedad de la información en la que nos encontramos. Nadie cuestiona hoy en día que la información es súper abundante e instantánea, pero habría que reparar en la calidad de la misma. Frente a la censura explícita de los regímenes dictatoriales, los grandes órganos de poder ponen en práctica las formas más sutiles de control, censura y persuasión.
La información debería ser considerada un derecho universal y no una mercancía, pero la situación actual demuestra que estamos muy lejos de ello.
Comerciar con el fundamento indispensable de la democracia es realmente peligroso y puede conducir a grandes problemas.
Internet es un medio descentralizado que ha permitido algo que nunca antes se había conseguido, que los usuarios opinen en el mismo sitio en igualdad de condiciones que los emisores tradicionales.
Pero el 90% de la población mundial no ha tenido nunca acceso a la red.
La cumbre quiere eliminar la brecha entre los países informatizados y los que no lo están. Pero hay problemas de base que es necesario solucionar antes dar ese paso.
Un niño con la barriga vacía, seguramente, en lo último en que piense sea en chatear. Es más, esa realidad no existe para él en tanto que no habrá palpado jamás un ordenador, como mucho, sabrá de él por las noticias que llegan de los países desarrollados.
También es importante que con este deseo de reparar la fractura digital no se hunda a los países en desarrollo en un neocolonialismo digital, como denuncian numerosas ONG. Debemos darles la formación y las herramientas para desarrollar sus propias tecnologías, no inundarles con nuestros aparatos, a precios exorbitantes, haciéndoles contraer así una deuda aún mayor.
Todas las personas y países, independientemente de su condición económica han de gozar de los mismos derechos a través de Internet y poder expresarse de igual forma. El universo red no es un espacio para el control informativo. El ICANN, un organismo privado de Estados Unidos controla en estos momentos los datos que circulan por Internet, pero no podemos permitir que los intereses privados mermen el derecho a la libre circulación de la información. Y cuando digo libre, me refiero a libertad en todos los sentidos, no sólo de comercio.
Pero los Estados no deben caer tampoco en la restricción de opiniones ni informaciones. Mientras no afecte a la integridad de las personas o incurra en delito (me refiero a la pornografía, el tráfico de inmigrantes, etc.) la información debe circular sin ningún tipo de trabas.
Por otro lado está el aspecto de la propiedad intelectual y el pago de servicios consumidos por los internautas. Vivimos en una cultura de lo gratis y, a día de hoy, pagar por los contenidos que aparecen en la pantalla del ordenador nos parece un abuso y un timo. Pero todo cambiará con el tiempo y con la mejora de la oferta. Es lo que pasó con Canal + y la televisión digital.
Esta cumbre demuestra el esfuerzo de ciertos organismos e individuos por democratizar la comunicación, pero si las empresas y gobiernos más poderosos que tienen el control de las industrias de la comunicación no ponen de su parte, todo será en vano.
Quizá abran los ojos y se den cuenta de que la universalización de las comunicaciones beneficia a todos. Lo triste es darse cuenta que no harán nada hasta que no identifiquen un mercado potencial.