Espacio-temporalmente excluidos
“Uff, es que no tengo tiempo para nada”. Es la frase del millón entre los occidentales con dinero para gastar. Vivimos atrapados entre dos manecillas que marcan continuamente nuestro ritmo de vida. Tenemos tantas cosas que hacer que no sabemos ni por dónde empezar. Por eso el estrés se está ganando cada vez más adeptos.
Por otro lado, el espacio ha dejado de ser un problema y gracias a los transportes y a las nuevas tecnologías de la información podemos salvar cualquier distancia. De hecho, tal y como explica Bauman, hemos colonizado ya todo el espacio existente y por eso ahora necesitamos abrir nuestras vidas al mundo virtual.
En el otro extremo, los más pobres no necesitan relojes porque no saben cómo matar sus tiempo antes de que éste les mate a ellos. Nunca les pasa nada y el espacio es hostil, agreste, infinito, inabarcable...
El tercer mundo ha desaparecido como tal, físicamente. Ahora el cuarto mundo coexiste dentro del primero, y viceversa, según la tesis de Castells. Las grandes ciudades o los países más pobres combinan los relojes con las horas muertas, Internet con la inmovilidad más absoluta. De ahí que surjan tensiones, conflictos por robar el tiempo a los que lo tienen, por atravesar el espacio los que no pueden.
No sólo la pobreza es desigual, también las coordenadas que rigen nuestro día a día. Y una vez más ,la igualdad de oportunidades es la única solución.