dilluns, de març 26, 2007

Movilización General para defender la Democracia: circulad entre amigos, completad con libertad

1. En democracia, la participación en los asuntos públicos se realiza mediante el ejercicio de una serie de derechos, el de manifestación, el de votación, el de libre discusión, etc. Todo eso es parte de este juego democrático, antes que los procedimientos legales que los regulan. Lo que hemos visto ayer en Madrid obliga una reflexión muy seria. No se trata de que el PP no tenga derecho a manifestarse. Lo que no tiene derecho es a manifestarse así, estilo "batasuno", buscando un tipo de enfrentamiento y enconamiento entre la gente basado en el ejercicio puro y simple de la manipulación de los sentimientos más bajos, los tribales, los que apelan antes al prejuicio que al juicio. Contra todo eso es preciso movilizarse.

2. El término "franquismo sociológico" se refería a esa gran masa social que no quería comprometerse, que "no se metía en política", que "iba a lo suyo", que se decía "no te signifiques". Por eso duró tanto tiempo el propio franquismo; no por los franquistas militantes, o por los falangistas, sino gracias a esa masa inerte, amorfa, que "pasaba"; manipulable y dirigible, una vez convertida en "masa", como genialmente explicó Elías Canetti en "Masa y Poder". Bien, esa es la masa que el PP está tratando ahora de convocar, de movilizar, de empujar.
Una vez convertida la ciudadanía en masa, sabe bien el PP que los tibios, los desinformados, los que pasan, no ofrecerán "resistencia" al empuje de una corriente general más sentimental y emocional que política; de ahí el empleo y la apropiación abusiva de los símbolos, las banderas, los himnos, todo aquello que busca conmover, emocionar. Contra todo eso es preciso movilizarse: hablar con la gente, con los amigos, no perder la iniciativa en los pequeños círculos de opinión, los de la cotidianeidad.

3. Es preciso volver a repasar los principales argumentos: a saber, la manipulación permanente del PP desde el día que perdieron las elecciones del 14 de marzo con el único objetivo de recuperar ese poder. Acumular inútilmente epítetos descalificatorios contra los llamados "neofachas" sirve de poco. Las mentiras y falsificaciones se han ido sumando, unas sobre otras, desde "España se rompe" en Cataluña pasando por la "Teoría de la conspiración" del 11-M, la de la disgregación nacional con los nuevos estatutos, la de la vuelta a la Guerra Civil con la Ley de la Memoria, la de la destrucción de la familia con la Modificación del Código Civil para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, la de la intromisión en la libertad de los padres con la nueva LOE y la introducción de la asignatura de Educación Ciudadana, la de España coladero de delincuencia con la regulación de los inmigrantres ilegales y ahora, la última, la idea de que es el Gobierno el que cede ante ETA por el caso De Juana con el verdadero y oculto objetivo de "modificar España en diálogo secreto con Batasuna" (M. Rajoy). Todo ello puede ser muy burdo o muy irreal, pero puede también ser efectivo.

4. El "Partido de los Patriotas" de hoy es un partido moderno, que utiliza muy bien tanto las técnicas de mercadotecnia como las correas de trasmisión tradicionales enlazadas con los distintos movimientos de base y sociales afines. Los tienen y los están empleando con profusión para presentar agendas "independientes" que directamente no quieren presentar, aunque de inmediato asumen sus planteamientos. Este es el papel que está jugando la Conferencia Episcopal y sus asociaciones afines, Foro Español de la Familia, Concapa; la AVT; las plataformas locales en distintos lugares con episodios como la tergiversación del affaire de los Archivos de Salamanca, devueltos a sus legítimos dueños, y tantos otros ejemplos que se nos pueden ocurrir. Cada organización de base ha ido convocando sus distintas manifestaciones masivas a lo largo de estos tres años. Todo ello bien agitado, recogido y amplificado por profesionales medios de desinformación como Telemadrid, El Mundo, La COPE, numerosos periódicos y radios locales, y por periodistas y tertulianos cuya verdadera profesión es la de canalizar esas "ilusiones necesarias" (N. Chomsky) al servicio del poder tradicional, del de siempre, del de "la gente sensata y de bien" (M. Rajoy), presentando como verosímil lo que sólo es propaganda.

5. Las mentiras sumadas y repetidas, como decía Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda nazi se convierten en verdad. O pueden pasar por verdad, y esto lo sabe su discípulo Acebes, el Manipulador Mayor del Reino.

Así, quien defiende el indoctrinamiento religioso ortodoxo en la escuela desde los seis años no tendrá empacho en declarar contra la LOE: "Los jóvenes quieren una educación en libertad, sin imposiciones, sin alguien que les diga cómo pensar" (Ángel Acebes). La conclusión de todo esto sólo se mide en cálculo electoral, frío y duro. Estamos ya en campaña, una campaña de un año, con dos citas en las urnas. La derecha está movilizando a sus bases, para amedrentar psicológicamente a esa masa inerte de tibios y desinformados. Quien no desee ver de nuevo a esta gente en el poder tiene que hacer otro tanto, y esto es difícil, porque la gran base social progresista funciona mejor "a la contra"; no cuando está gobernando. Además, la izquierda (sea lo que esto sea hoy), por feliz tradición y convicción, y por haber estado fuera del poder en España durante casi toda su historia no es monolítica, no cierra filas con facilidad, salvo en circunstancias muy extremas. Así, y aún habiendo votado a Zapatero hace tres años, es patrimonio de la izquierda el poner sobre la mesa los aspectos críticos con la gestión antes que los logros. Y eso está muy bien, porque siempre se quiere ir más lejos, o de otra manera, porque cada corriente o sector tiene su idea de cómo se deberían hacer las cosas.

6. Conclusión de lo anterior. Es fundamental una movilización desde ahora mismo, compleja, porque se trata de movilizarse contra un Riesgo, contra una posibilidad, lo que entraña siempre una doble dificultad adicional: la de pensar que tal riesgo no existe, la de no identificarlo concrétamente. Por eso es preciso movilizarse: decirle a la gente que esos cavernícolas que se han apropiado del rojo y gualda, como también se han apropiado del "Libertad sin ira" que nunca cantaron durante los años de plomo, y que representan la derecha más rancia de Europa, salvo la polaca, sí pueden volver. La responsabilidad de que no vuelvan "estos" es de todos y de cada uno de nosotros.