dimarts, de desembre 30, 2003

Homogeneización económica

¿Impone la gobalización una cultura mundial universalizada? ¿Es la mcdonaldización de la sociedad un hecho comprobable? La mcdonalidización supone la mecanización de la vida según el modelo de trabajo de la tan famosa compañía de hamburguesas: dormir, comer, soñar, amar, pensar, etc. de forma automática, repetitiva, instantánea, sin reflexión.
Hay autores que, de hecho, lamentan la colonización cultural y la desaparición paulatina de las culturas locales. Otros pensadores, sobre todo de la escuela británica, como Roberston, Appadurai, Albrow, Featherstone, Lash, Urry o Rosenau, niegan esa mcdonaldización y hablan de glocalización: proceso donde lo global y lo local se mezclan y se confunden en un círculo de retroalimentación y tensión continuas. Defienden que la homogeneización cultural supondría el fin del mercado porque se acabaría la libre competencia (todos consumiríamos lo mismo). Por eso aseguran que el auge de las comunidades interesa más que a nadie al capitalismo. Eso sí, la relocalización de la sociedad no supone el regreso a la vida tradicional en pequeños grupos. Las nuevas culturas locales y globales se han transformado por contaminación. La interconexión que caracteriza a la sociedad actual acaba con lo original y aboga por la mezcla. Ya nada es puro ni propio.
Bauman afirma que el término glocalización es un eufemismo que nos hace creer ilusoriamente que se producen relaciones más allá de la unidad y la dependencia. Concretamente en este sentido es en el que veo que, hoy más que nunca, es realmente complicado adivinar hasta qué punto es nuestro el ingenio. Nuestras características, nuestros gustos, nuestras inquietudes..., tanto individuales como de grupo, ¿son realmente nuestras, tenemos algún protagonismo en su gestación?, ¿o se nos hace creer que somos diferentes dentro de la Globalidad para que demandemos productos únicos y alternativos y así diversificar la producción y acrecentar el comercio y la competencia internacionales?
La duda queda en el aire, aunque es evidente que la solución no pasa ni por consumir como borregos ni por dejar de ser diferentes. No obstante, pienso que el control sobre nuestras vidas y nuestro consumo, sin negar la influencia de la sociedad y de los media, está en nuestras manos. Que la demanda se diversifique no es malo, lo preocupante es estar controlado sin saberlo, ser trabajador de Mc Donald’s sin cobrar un euro a cambio. Y todavía peor, que la división entre incluidos y excluidos aumente cada día de forma más alarmante. Si no jugamos todos, pronto se acabará la partida. La homogeneización de la riqueza debería sustituir a la homogeneización cultural, y eso sí que interesa, aunque no lo sepan ver, a los grandes capitalistas. O equilibramos la balanza o todo se hundirá muy pronto. No es que sea apocalíptica, es que más vale prevenir que curar y ya llevamos mucho tiempo tentando a la enfermedad.