dijous, de desembre 11, 2003

La pataleta norteamericana

La política estadounidense cada vez me recuerda más al patético argumento de si no lo haces a mi manera no te ajunto. Ayer el subsecretario de Defensa de EEUU, Paul Wolfowitz alegó razones de seguridad para excluir de los contratos en Irak a los países que se opusieron a la guerra y a los que no dieron su apoyo en el Consejo de Seguridad de la ONU (Francia, Alemania, Rusia, México y Chile).
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Con esta actuación, Estados Unidos atenta contra su tan proclamada libertad de comercio, que defiende sin fisuras cuando le interesa. Los países afectados y la Comisión Europea estudian ahora si la decisión atenta contra los principios fundamentales de la Organización Mundial del Comercio. En principio, no lo haría si se acepta que Irak es un régimen de ocupación, en el que no rige el derecho comercial común.
O sea, que Bush se ha enfadado con sus antiguos amiguitos y ha decido dejarles fuera de la partida como escarmiento.
De todos modos, la cosa no tendrá una trascendencia crucial para las potencias excluidas, ya que, a través de subcontratas, obtendrán su parte del pastel.
Lo peor es que aquí queda más patente que nunca que Irak es simplemente una mercancía más. Se está especulando con el futuro de los ciudadanos de un país que no ha levantado cabeza desde que Sadam les apresó con su yugo.
Pasará de nuevo lo de siempre, que las empresas que ahora inician sus contratos, se enriquecerán a costa del país. Los iraquíes, al quedar prácticamente fuera de su propia reconstrucción, no se desarrollarán ni industrial ni económicamente, más bien al contrario, terminarán endeudándose con las empresas extranjeras que operan en su territorio. Y ya se sabe que nadie perdona las deudas y que los intereses suben día a día.
El futuro inmediato de Irak pasa por más años de miseria, ocupación, agitación en las calles y menosprecio internacional.
Confío en que muy pronto las guerras dejen de ser el comercio más rentable y esto se traduzca en un mundo más justo e igualitario.